El Dolor Silencioso: Comprendiendo la Impactante Realidad de la Osteoartritis

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Frecuentemente oímos hablar de una situación en salud llamada “artrosis”, también conocida como osteoartritis o artropatía degenerativa. Probablemente conozcamos a alguien que la padezca, teniendo en cuenta que supone la enfermedad más frecuente de las articulaciones y la segunda causa de incapacidad permanente (solo con las enfermedades cardiovasculares liderando). 

Existe una tendencia a subestimar el efecto de esta enfermedad al no ser clasificada como una situación “mortal”. Al hacer esto, incurrimos en el grave error de no atender las áreas fundamentales de la terapéutica en salud como lo son la calidad de vida y el bienestar psicoemocional. La osteoartritis puede derivar en vidas limitadas por dolor permanente, que, a su vez, impiden una adecuada movilidad e independencia. Es por lo anterior, que buscamos generar consciencia y sensibilizar a la población general frente a esta frecuente condición, así como informar a aquellos diagnosticados para fortalecer su autonomía. 

 

¿Quienes sufren de esta enfermedad? 

Es una realidad que la artrosis u osteoartritis se considera una enfermedad predominante en las etapas más avanzadas de la vida, siendo la edad, el principal factor de riesgo para presentarla. Antes de la sexta década de la vida, la enfermedad es menos frecuente y se presenta en igual proporción en hombres como mujeres. Es alrededor de los 60 años que ocurre un pico de presentación, particularmente en el sexo femenino, siendo la artrosis de manos y la artrosis de rodilla las articulaciones más afectas. A pesar de lo anterior, es posible padecer esta enfermedad en cualquier momento de la vida y para entender este hecho debemos adentrarnos en el origen de la enfermedad. 

 

¿Cuál es su causa?  

El origen más común de la artrosis se denomina “idiopático”, que en otras palabras significa osteoartritis de origen desconocido. Se cree que, en este tipo de presentación, interactúan múltiples factores, tales como la edad, la genética, el sexo, el influjo hormonal estrogénico y la obesidad.  La osteoartritis también puede tener un origen “secundario”, es decir, como consecuencia de otra enfermedad o situación en salud. Por ejemplo, aquellos que sufren traumatismos en articulaciones, alteraciones hormonales (como la diabetes), o enfermedades que cursan con inflamación de las articulaciones, ya sea por infecciones agudas o por autoinmunidad (como la artritis reumatoide), pueden desarrollar una artrosis/osteoartritis secundaria. 

 

¿Qué ocurre dentro de la articulación? 

Imagina una llanta de un carro: para que esta tenga una movilización fluida, debe contar con una superficie estrictamente esférica y lisa, semejante a lo que ocurre dentro de una articulación humana sana. A grandes rasgos, las articulaciones están compuestas por la unión de dos huesos rodeados de cartílago y líquido que cumplen la función de protección, amortiguación y deslizamiento.  En la osteoartritis, hay una destrucción y/o desgaste del cartílago que rodea a estos huesos, desprotegiéndolo de las fuerzas mecánicas que ocurren dentro de la articulación. De forma análoga, es como si empezáramos a desgastar el caucho de la llanta, alterando su forma y, por ende, su naturalidad de movimiento. Como respuesta a esta agresión, los huesos que están debajo de este cartílago, a modo de defensa, producen más capas de hueso, sin embargo, de forma errática, conllevando a la deformación de la arquitectura articular y, por ende, a su correcta movilización. 

 

¿Que sienten las personas con osteoartritis? 

Es posible que en un comienzo no existan síntomas. Es hasta la progresión de cierto tiempo, que los individuos comienzan a sentir dolor tras el uso de las articulaciones afectas, es decir, tras el ejercicio, esfuerzo físico o al finalizar el día. Con el reposo, el dolor puede ceder. A medida que la enfermedad avanza, se puede ver un cambio en la forma de las articulaciones, evidenciando tumefacciones y/o deformidades, además de una disminución en el rango de movilidad (rigidez). Adicionalmente, ciertos pacientes pueden cursar con “brotes” de inflamación muy dolorosos que desencadenan en aún más destrucción articular. 

 

¿Qué articulaciones pueden afectarse? 

Cualquier articulación de tipo sinovial, es decir, aquellas en las que la unión entre dos huesos se ve rodeada por una capsula articular, puede verse afecta. Es común ver tumefacciones o nódulos en las articulaciones más distales de las manos (en las que se encuentran más cercanas a la uña). Esta anterior localización, junto con la articulación del pulgar (rizartrosis), son las formas más frecuentes de presentación. Por otra parte, las alteraciones del coxis (coxartrosis) y la artrosis de rodilla (gonartrosis), suponen las formas de osteoartritis más incapacitantes

 

¿Cómo saber si tengo osteoartritis? 

El diagnóstico de artrosis suele hacerse mediante la presencia de los síntomas característicos y por la aparición de ciertos hallazgos por radiografía. A pesar de cursar con inflamación localizada, las analíticas o exámenes de sangre suelen ser normales (sin la presencia de marcadores inflamatorios).

 

¿Qué tratamientos existen? 

Inicialmente el tratamiento de la osteoartritis está dirigido a controlar los síntomas (recordando que el dolor es una de las principales causas de incapacidad), así como al mantenimiento de la funcionalidad articular (movilidad) de manera conservadora. Para el primer objetivo, lo ideal es utilizar medicamentos analgésicos que cuenten con un mecanismo de acción antiinflamatorio, ya sea de forma tópica u oral. En aquellos pacientes con un estado de enfermedad más avanzado, es también posible aplicar medicamentos en el interior de la articulación (infiltraciones intraarticulares) para el control del dolor. 

Para el mantenimiento de la funcionalidad articular, resulta importante reducir la carga excesiva sobre las articulaciones afectas, proporcionando ayudas para la marcha (ej. uso de bastones para la artrosis de rodilla o cadera), evitando el sobrepeso/obesidad, el esfuerzo físico repetitivo y/o de alto impacto y fortaleciendo los grupos musculares con fisioterapia. 

Cuando las alternativas conservadoras no son eficaces, puede ser necesaria la cirugía sobre la articulación, siendo la edad, el tipo de articulación y el estado de la enfermedad, las variables que definen el tipo de estrategia quirúrgica. Es común la realización de artroplastia o reemplazo articular en casos avanzados de artrosis de rodilla o cadera, estando también disponibles otras técnicas como lo son las osteotomías. Cada caso debe ser individualizado y valorado de forma integral y multidisciplinar para el alcance de los mejores resultados. 

Recordemos que la salud no siempre es equivalente a una ausencia de enfermedad, realmente es un estado complejo y multifactorial donde la calidad de vida y el bienestar emocional suponen pilares angulares cruciales para su preservación. La osteoartritis o artrosis degenerativa debe ser reconocida como una causa importante de dolor crónico e incapacidad, por lo que la validación de la sintomatología y la búsqueda de alternativas terapéuticas debe continuar. 

En aquellos pacientes con un mal control de su sintomatología y/o exceso de medicación, recomendamos la integración del HH a su plan terapéutico como coadyuvante de origen natural para el control de la enfermedad. Debido a la naturaleza degenerativa, y a su vez, inflamatoria de la osteoartritis, recomendamos el uso del HH teniendo en cuenta su actividad dual analgésica y antiinflamatoria. 

 

 

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